Mitos y Leyendas.
Estos son algunos de los
tanto mitos y leyendas de Ucayali:
El Chullachaqui es el diablo burlón de los bosques de la selva, que suele
aparecerse a la gente en forma de animal o de mismo hombre, para engañarla y
llevarla al fondo de la selva. Sin embargo, cuando se transforma en hombre es
fácil reconocerle, porque el pie izquierdo es como de una criatura recién
nacida o como raíz de árbol o como pata de jaguar, aunque el condenado, procura
ocultar ese pie de cualquier modo. Además, se delata por el fuerte olor a chivo
que despide, y la gente, entonces, ya se halla en guardia: reza y hace cruces
con los dedos o con ramas. Pero son a los niños, generalmente, a los que rapta.
En el pueblo escuchamos hablar de la Lupuna colorada y queríamos conocerla, sabíamos que era un árbol frecuentado por malvados hechiceros.
Entonces nos internamos en el
bosque por una senda oculta tapizada por hojarascas húmedas. Íbamos saltando de
tronco en tronco para no pisar las espinas de las ñejillas. Sus finas espinas
regadas por todas partes retardaban nuestra penosa caminata.
Encontramos
palmeras despojadas de sus hojas maduras y árboles derramando su savia de
llanto como mudos testigos que mucha gente transitaban esta selva. Serpientes
asustadas se deslizaban al sentir nuestra presencia, Iguanas verdes y
camaleones que cambiaban de color, nos miraban sorprendidos, pero sin atreverse
a dar un paso.
El
calor sofocante y la humedad del bosque nos hacían sudar a chorros. Y de
pronto, debajo de la sombra del cormiñón frondoso, un alivio intenso con el
aire fresco.
Después
de horas de andar, avistamos la sobresaliente copa de la Lupuna colorada. Pero,
no estaba tan cerca como pensamos. Tuvimos que caminar unas horas más.
Finalmente,
el gigante árbol colorado con su característico tallo ventrudo estaba al frente
de nosotros. Vientre anormal en los árboles. Impresionante barriga, presto a
reventar con su savia si la abundancia se lo permitiera. En la Lupuna colorada
no había nadie, ni vivos ni espíritus. Nos llamó la atención los cortes
perfectos de hábiles bisturíes en su grueso tallo. Al parecer, alguien
desollaba su corteza para extraerle algún misterio.
Habíamos
escuchado que en los ratos solitarios y de sepulcral silencio, un brujo experto
en atar y desatar conjuros la visitaba a menudo. Dicen que espera que en el
bosque no haya visita alguna para que prepare, al pie del árbol, su mate espeso
con la soga de la borrachera.
Luego,
toma un tazón con el brebaje amargo y comienza su rito acompañado de cánticos
nasales. Da vueltas sobre sí siguiendo un círculo imaginario alrededor de la
Lupuna. Hace ademanes con la mano levantada implorando al árbol que le dé
favores. Y de rato en rato, lanza quejidos, como si se tratara de algún animal
herido, y llama la atención, el silbido de serpiente que emite cuando entra en
trance.
Cuando
el brujo está seguro que la Lupuna le dará el favor, saca de su bolsa una
prenda de la víctima, le dobla con sumo cuidado, le escupe una flema verdosa, y
tambaleante se acerca al vientre del árbol, y blandiendo su machete le da un
corte perfecto que abre la dura corteza, y en la entraña de la Lupuna esconde
la ropa del infortunado que desde ese momento comienza a tener sus días ya
contados.
Pronto,
el hechizo surte su efecto, la víctima, hombre o mujer sana, empieza a
hincharse, especialmente el vientre. Y creyendo haber subido de peso, nadie
repara en el mal, sino después, cuando ya no hay remedio para el enfermo.
Regresamos
impresionados después de conocer de cerca a la Lupuna colorada, y en el camino
nos encontramos con don Shanti, un brujo conocido. Y después de haber estado en
el antro de la maldad, molesto le dije:
Hola
don Shanti, dicen que a cada rato te vas a la Lupuna, ¿a qué pues te vas?
Me voy
a castigar el desamor, la infidelidad, el engaño. Me estoy yendo a hacerle un
trabajito a mi sobrina. A la pobre, su novio le abandonó el día de su boda. Eso
yo no perdono. Para mí es una burla. Acá en la tierra pagamos nuestros errores
y yo les hago pagar a los desgraciados.
Después
de haber escuchado su disertación sobre el bien y el mal, y antes que se
moleste, nos despedimos del vengativo brujo.
-El Tunche:
Cuenta la leyenda el Tunche que existe un demonio
que vaga en lo profundo de la selva peruana. Este, es un alma en pena que
deambula libremente entre los caminos de la selva, y cobra la vida de todo
aquello que se tope en su camino.
Según dicen, este demonio (el
Tunche) es en sí el alma de un hombre atormentado y que ahora, vaga totalmente
endemoniado emitiendo un desgarrador silbido que persigue a todo el que huye de
él, y a medida que se va acercando, su silbido aumenta anunciando estar muy
cerca de su presa.
Quienes aseguran haber visto al
Tunche, dicen que se caracteriza por tener un aspecto muy aterrador y
fantasmal, además, de tener patas de cabra. Estas patas, es lo único que no
puede transformar en de su ser, ya que puede convertirse en distintas formas.
Sobre donde quedan sus víctimas, no se sabe si los abandona a su suerte y
mueren de hambre, o son devorados por algún otro animal, o si son devorados por
él mismo.
Su desgarrador silbido persigue
al que huya de él, y a medida que se va acercando su volumen aumenta, así que
por más que corras, sentirás su presencia cada vez más cerca de la cual no
escaparás.
Aquellos pocos que se han salvado
de morir llevados por el Tunche, han perdido la razón; de repente por la
aparición o al endemoniado silbido de su presencia.
Nadie sabe exactamente lo que es,
pero lo que sí tienen varias versiones en común es que el Tunche es un ser
mítico que vive en la selva peruana, capaz de adoptar cualquier forma con la
finalidad de seducir y lograr que lo sigan la única diferencia entre el ser
original del cual adquiere la forma y el Tunche son los pies, el Tunche se
caracteriza por tener patas de cabra, es lo único que no puede transformar en
su ser.
Sobre el destino de las víctimas
es incierto, no se sabe si los abandona a su suerte y mueren de hambre o
devorados por algún otro animal, o son devorados por el mismo Tunche.
Muchos hemos visto o sentido,
presencias extrañas, sin embargo el mal puede tener diferentes formas.
-Leyenda de la Yacumama:
La leyenda
de la Yacumama se conoce desde hace mucho tiempo entre los
moradores de la selva peruana, y han sido ellos mismos, quienes se han
encargado de llevar este relato de boca en boca, para que la gente sepa sobre
esta serpiente gigantesca que los llena de terror.
Su nombre significa “Madre del
Agua” (yaku=agua, mama=madre) por eso se cree que su cuna se encuentra en la
gran laguna de Yarinacocha (Ucayali, Perú).
Ella prefiere nadar en la desembocadura del río Amazonas, tanto como en sus lagunas
cercanas, ya que es su espíritu protector.
Esta mítica serpiente gigante, es
parecida a la anaconda, pero aún más grande, posiblemente mayor a cincuenta
metros de longitud y con una cabeza de dos metros de ancho, es ciega, por eso
no le importa pasearse entre las aguas oscuras. A través de su boca lanza
enormes chorros de agua que le ayudan a derribar árboles para desplazarse
cómodamente por tierra, y si se encuentra algún bocadillo a cien metros de
distancia, es capaz de aspirarlo.
Sin embargo, llega un momento de
su vida, quizá después de mil años, cuando alcanza cierto tamaño y peso que le
dificulta moverse, entonces decide despejar un claro de la selva al pie del río
para establecerse ahí permanentemente.
Deja su cabeza por encima del
agua, esperando presas, usando su gran poder de atracción para hipnotizarlas
con sus penetrantes ojos y cazarlas con facilidad.
Cualquier animal u hombre que
pase cerca de ella perecerá, pues aunque alcancen a distinguir su cabeza y
emprendan la carrera, ella se mueve cual centella, lo atrapa entre sus
poderosas mandíbulas y lo traga, para después entregarse a un plácido sueño.
Así es la Yacumama, protectora de
las aguas del
Amazonas, una fuerza natural arrolladora, que caza durante las
lluvias y cuyo alboroto se deja escuchar desde lejos; al desplazarse fuera del
agua tumbando arboles a su paso, dando evidencia de su gran tamaño.
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